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¿A quién interpela la serie Adolescentes?

  • Foto del escritor: Irma Villalpando
    Irma Villalpando
  • 4 abr
  • 5 Min. de lectura

A un mes de su estreno, la miniserie “Adolescentes” de Netflix ha causado un inusual impacto mediático a nivel global. Y cómo no si, además de ser una historia técnicamente bien contada, tiene el tino de exhibir un tema problemático y de gran complejidad respecto a la construcción subjetiva de los adolescentes en las sociedades actuales.

 

Medios de comunicación han dedicado columnas, reseñas y artículos a los temas que aborda la serie pero nada comparable a la ingente cantidad de comentarios, videos o post que se han publicado en redes sociales.

 


La historia tiene diversas aristas: la formación de la identidad masculina bajo la influencia tóxica de las redes sociales; el alejamiento e incomunicación de los adolescentes con el mundo adulto, ya sean padres o maestros, y el lugar de la escuela como espacio de convergencia física socializante de niños y jóvenes, entre otras. Esta última vertiente me invita a pensar en el rol de la escuela en la solución u omisión de la problemática.

 

La trama exhibe una escuela donde el caos predomina sobre el orden. Las conducta de los estudiantes está prácticamente fuera de la influencia de los maestros quienes se perciben estresados, rebasados, hartos. Ni la psicóloga tiene éxito al tratar de controlar las conductas desbordadas de los personajes.

 

¿Existen escuelas con ese nivel de descontrol? Sí, por supuesto. Jessica Grosse en su artículo para el New York Times del 29 de marzo del 2025 “Una ola de misoginia golpea a las escuelas pos-covid”, recupera la experiencia de una maestra en Australia: "el sexismo, el acoso sexual y la misoginia son una experiencia diaria en el aula con adolescentes". En México también existen, conozco varias, sobre todo en etapa secundaria/preparatoria y de sostenimiento público y privado.

 

En alguna ocasión me invitaron a participar en un proceso de evaluación a un equipo de docentes de una secundaria. Durante las entrevistas, maestras y maestros me compartieron la serie de problemáticas que vivían cotidianamente con los estudiantes. Recuerdo que uno de ellos me comentó que sus alumnos “le hacían bullying”, se refería a que se burlaban de él en clase, lo ridiculizaban y le hacían “memes”. Otro me confesó haberle tirado por la ventana el celular a un estudiante que nunca le ponía atención (me pregunto el nivel de estrés del profesor para llegar a tal punto). Una maestra me dijo que estudiantes de segundo de secundaria de su grupo la habían grabado cuando se volteaba a escribir al pizarrón y subieron el video a las redes sociales con comentarios sexuales. Se quejó de las autoridades de su escuela porque no hicieron nada al respecto.

 

Afortunadamente, también existen otras escuelas. Aquellas donde la cultura escolar tiene reglas claras que los estudiantes incorporan en su conducta diaria y donde los maestros mayoritariamente poseen un manejo de autoridad responsable. En este tipo de escuelas existe un liderazgo firme y un equipo de docentes que no solo dominan su materia de enseñanza sino que fomentan interacciones emocionales positivas y el establecimiento de límites protectores para todo el alumnado. La vertiente de investigación educativa denominada “Escuelas eficaces” ha documentado este tipo de escuelas. No son las más, desafortunadamente.

 

Entre ambos extremos, de intensidad o atenuación, están muy probablemente la mayor parte de las escuelas. La realidad admite gradualidad, decía Platón. Tenemos entonces que los centros educativos tienen mayor o menor grado de estabilidad que otros en la convivencia armónica o problemática de los estudiantes. ¿De qué depende ello? De múltiples factores, entre ellos, el liderazgo escolar y la formación de los docentes.

 

Volviendo a la serie, llamó mi atención las voces que instaban como “indispensable” verla en las escuelas. Petición que se repetía una y otra vez en redes sociales y blogs, tanto de usuarios convencionales (padres de familia y comentadores generales) como de personajes con gran influencia social como el político español Pablo Iglesias y el guionista de la miniserie Jack Thorne, entre otros. Proponer que las escuelas se conecten a ver esta serie en Netflix merece algunos cuestionamientos.

 

¿A qué se debe que consideren necesario verla en las escuelas?, ¿para abrirnos los ojos a los docentes, a los estudiantes?, ¿para disuadir a los alumnos del consumo digital o alertarlos de su toxicidad, o para concientizar a los docentes de la problemática? No lo tengo claro.

 

Lo que la experiencia me dice es que de todos los agentes educativos, los docentes y directores somos quienes probablemente tengamos mejor identificado el problema que acarrea el consumo de las redes sociales en la vida de nuestros estudiantes, lo vivimos y padecemos a diario, como dije, en mayor o menor medida dependiendo la escuela. Si por otra parte, la importancia de verla en las escuelas es como estrategia para resolver el problema, ahí sí tengo algunas inquietudes.

 

A los largo de los años, pero sobre todo en los albores del siglo XXI, se le confirieron a la escuela expectativas extraordinariamente altas. Educar para la paz, educar las emociones, educar para la democracia, educar para la salud, educar la sexualidad, educar para la interculturalidad, educar en el uso de las tecnologías ¡ahh! y por cierto, educar para el desarrollo de habilidades intelectuales y la adquisición de los aprendizajes escolares.

 

No se me malentienda. Estoy muy de acuerdo en que la escuela atienda aspectos tan relevantes como el desarrollo emocional, la construcción social de una cultura de paz o el uso de tecnología en los niños y jóvenes, entre otros. Lo que me resulta contradictorio es que esta extensión de tareas no venga acompañada de una extensión de apoyos. La escuela tiene altas exigencias y muy bajo respaldo social.

 

En la serie se muestra, sobre todo en el último capítulo, que el problema se anidó en casa; los padres amorosos pero ingenuos y desconectados de la realidad del mundo adolescente, hacen un mea culpa sobre las decisiones y descuidos que los llevaron a vivir la tragedia. Me parece que los guionistas aciertan: el punto de inflexión está en el hogar.

 

Entonces, ¿por qué se voltea a ver más a la escuela y menos a los padres? Pienso que en el imaginario colectivo está muy arraigada la idea de que la escuela es responsable, y por tanto, solucionadora de los problemas sociales, creo que es al revés. La escuela se debilita cada vez que la sociedad se convulsiona por un desorden o una anomia, como decía Durkheim. Pensemos, por ejemplo, en el encierro del covid y lo que ocasionó a los estudiantes a su regreso a la escuela.

 

También, me parece, hay una confusión entre escolarización y educación. La primera la hace la escuela y la segunda la hacemos todos, padres, madres, redes sociales, gobierno, medios de comunicación. El problema que aborda la serie es de carácter educativo; se construyó entre múltiples factores más allá de la escuela y por ello considero un error pensar que en el territorio escolar se encontrará la solución.

 

Recuerdo el inicio del libro de Freud, “Psicología de las masas” cuando decía: “La psicología individual es al mismo tiempo y desde un principio, psicología social”. Volteemos a ver a la sociedad antes de voltear a ver a la escuela.

 
 
 

1 Yorum


Dave
hace 7 días

Totalmente de acuerdo con usted. Cualquier medida que se quiera tomar para abordar este tema, desde políticas públicas hasta reglamentaciones escolares, que no vaya acompañada del correspondiente apoyo en el núcleo familiar del estudiante, difícilmente tendrá algún efecto relevante, positivo al menos.


En lo particular, no deja de sorprenderme el nivel de desconexión e irresponsabilidad que muchos padres tienen para con sus hijos. Como usted señala, esperan (padres, autoridades y sociedad en general) que la escuela aparte de "escolarizarlos" fuese la única encargada de educarlos para el mundo, eludiendo su responsabilidad con ello.


A veces me da la impresión, posiblemente por las constantes notas periodísticas, series, videos en redes que circulan en torno a esta problemática, o hasta por los…


Beğen
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